Vi a una mamá primeriza mirándose en el gran espejo de la salida del water; vi a uno que en dos horas rió más que yo en dos años; vi a uno a quien le encargué una barra de hierro de metro sesenta y cinco hace casi uno y medio; vi a uno con su único testículo sano discutir de política con su divorciada novia de cincuenta años; vi como iba emborrachándose hasta las babas uno que pronto será padre por segunda vez; vi a un chico bien que dentro de diez años estará en las reuniones de padres de alumnos de colegio privado; vi ningunearse a una psicóloga para que su más que maduro macho alfa la vaya preñando; vi a un grupo de chicos y chicas pasándose sus bebés de brazo en brazo; vi a una pareja de puretas besándose como si fueran a escribir dos libros; vi a un drogadicto que el sábado que viene irá a Zarautz para estar unos días con su hija; vi a un chaval inteligente, sin más amor que el obligado, hablándole a una chica con ojos de mosca; vi a uno de mis hermanos; vi a uno que trabajó con nosotros; vi a un ciego y su lazarillo de los sábados; vi a una que ve tan poco como para llamarme; vi a uno que sólo viene los sábados a la misma hora; vi su cáncer en el de mi padre; vi a la mujer de un sargentillo retirado; vi a uno que te pide el café como si fueras lo que acabarás siendo; vi a una mujer.
Salí del bar. Ella estaba ahí fuera, con sus amigas. Eché mano al bolsillo y no tenía ninguna de mis llaves. Pasé adentro y me las dieron. Arranqué el coche para ir a ver a mi padre.
Y me fui cuando llego mi madre.
Salí del bar. Ella estaba ahí fuera, con sus amigas. Eché mano al bolsillo y no tenía ninguna de mis llaves. Pasé adentro y me las dieron. Arranqué el coche para ir a ver a mi padre.
Y me fui cuando llego mi madre.