No hay motivos, ni sistemas, ni reglas de mierda. Es decir, hoy yo podría excusarme diciendo que el primero que vino al bar esta mañana fue el borracho de Loren, hoy tan extraordinariamente sereno (aún pidiendo lo mismo que de costumbre) como todos los grandes borrachos más o menos presentables que he conocido en mi vida; o que anoche dejé la bata colgada de la percha en lugar de tirada en la tarima de la cama; o que no terminé de ver una famosa película que me aburrió tanto que entre medias tuve que hacerme dos pajas; o que cuando yo soñaba durmiendo empezó a llover por primera vez en no sé cuantos meses...Sí, tal vez haya sido esto último. Están las presiones atmosféricas y todo eso, mucha gente lo dice sin saber de qué cojones están hablando pero les funciona: "me duele un hueso...me duele la cabeza...me duelen los huevos...me duele el alma"
Ayer por la tarde vino uno al bar, un chico que es igual a José Sacristán cuando trabajaba con Franco, y no sé como fue que el ciego, siempre alerta, me pregunto qué tal estudiante era yo. Yo dije la verdad o al menos así es como la recuerdo: uno de los primeros de la clase hasta que la llegada de la testosterona. Con todo aguanté tres o cuatro años más hasta dejarlo por imposible para hondísimo pesar de mi madre y un tanto menos de algunos maestros.
- Las compañías...-dijo el ciego
- No. Yo -respondí
Sí, recuerdo mirar medio escondido tras una esquina hacia el bar donde estaban bebiendo los malotes de mi clase y los nervios y las dudas que me asaltaban mientras me decidía a dar el paso que, tras mucho dudar, al final di, pero eso era normal. Entré, me hicieron sitio, bebí y puede que me emborrachara, no me acuerdo. Sí tengo memoria eterna de la primera, previa a esta, "¿Estáis beodos, Kufisto?" nos dijo el cura a mi amigo y a mi sacándonos de la misa...¿Beodos? ¡beodos!...nos descojonamos en su puta cara vaticanosegundista. Así que probablemente aquella fuera la segunda. No he vuelto a probar el anís ni sus sucedáneos desde entonces.
Loren controla bastante. Jamás me ha dado un espectáculo en el bar y considero como muy improbable que lo haya dado en ningún otro sitio decente. Está alcoholizado, pero como lleva toda la vida en los aledaños del negocio sabe estar. A veces parece como si viera moscas de medio kilo, pero las mira como si estuviera acostumbrado a las que pesan tres. Tiene un hermano mayor gordísimo y jubilado que vive con él y lo trae por la calle de la amargura con sus guisos y sus mierdas. No piensa más que en comer.
- ¿Qué comemos hoy? ¿unas gachas? -le pegunta
- No...no tengo hambre...
- Venga, unas gachas
- ¡Que no tengo hambre!
Y hace medio kilo de gachas.
- Kufisto -me dice-...Estoy hasta los cojones de él.
Recuerdo que al principio de dejar de trabajar por la noche, el primer año, ya con los cuarenta cumplidos, me tragué el Via Crucis romano casi entero. Un poco como la primera vez que tuve un día de descanso después de siete años sin tenerlo en el viejo bar. ¿Sabéis lo que eso? ¿Podéis siquiera entender lo que son siete años a piñón cuando andabas en la veintena? No, no podéis. Aquella tarde primera de libertad me fui a una pizzería y me puse guarro a mierdas. Los espejos fijados en las paredes devolvían las miradas como si fueras la Mona Lisa.
Patatas y carne, patatas y carne...
Y una cerveza. Y otra. Y son las tres y media, hora del bar, y te vas a la cinco, puedes controlarlo. Luego habrá tiempo para todo lo demás. Aguanta. No bebas whisky todavía. Aguanta...
No hay motivos, ni sistemas, ni reglas de mierda...
Es decir...
Ayer por la tarde vino uno al bar, un chico que es igual a José Sacristán cuando trabajaba con Franco, y no sé como fue que el ciego, siempre alerta, me pregunto qué tal estudiante era yo. Yo dije la verdad o al menos así es como la recuerdo: uno de los primeros de la clase hasta que la llegada de la testosterona. Con todo aguanté tres o cuatro años más hasta dejarlo por imposible para hondísimo pesar de mi madre y un tanto menos de algunos maestros.
- Las compañías...-dijo el ciego
- No. Yo -respondí
Sí, recuerdo mirar medio escondido tras una esquina hacia el bar donde estaban bebiendo los malotes de mi clase y los nervios y las dudas que me asaltaban mientras me decidía a dar el paso que, tras mucho dudar, al final di, pero eso era normal. Entré, me hicieron sitio, bebí y puede que me emborrachara, no me acuerdo. Sí tengo memoria eterna de la primera, previa a esta, "¿Estáis beodos, Kufisto?" nos dijo el cura a mi amigo y a mi sacándonos de la misa...¿Beodos? ¡beodos!...nos descojonamos en su puta cara vaticanosegundista. Así que probablemente aquella fuera la segunda. No he vuelto a probar el anís ni sus sucedáneos desde entonces.
Loren controla bastante. Jamás me ha dado un espectáculo en el bar y considero como muy improbable que lo haya dado en ningún otro sitio decente. Está alcoholizado, pero como lleva toda la vida en los aledaños del negocio sabe estar. A veces parece como si viera moscas de medio kilo, pero las mira como si estuviera acostumbrado a las que pesan tres. Tiene un hermano mayor gordísimo y jubilado que vive con él y lo trae por la calle de la amargura con sus guisos y sus mierdas. No piensa más que en comer.
- ¿Qué comemos hoy? ¿unas gachas? -le pegunta
- No...no tengo hambre...
- Venga, unas gachas
- ¡Que no tengo hambre!
Y hace medio kilo de gachas.
- Kufisto -me dice-...Estoy hasta los cojones de él.
Recuerdo que al principio de dejar de trabajar por la noche, el primer año, ya con los cuarenta cumplidos, me tragué el Via Crucis romano casi entero. Un poco como la primera vez que tuve un día de descanso después de siete años sin tenerlo en el viejo bar. ¿Sabéis lo que eso? ¿Podéis siquiera entender lo que son siete años a piñón cuando andabas en la veintena? No, no podéis. Aquella tarde primera de libertad me fui a una pizzería y me puse guarro a mierdas. Los espejos fijados en las paredes devolvían las miradas como si fueras la Mona Lisa.
Patatas y carne, patatas y carne...
Y una cerveza. Y otra. Y son las tres y media, hora del bar, y te vas a la cinco, puedes controlarlo. Luego habrá tiempo para todo lo demás. Aguanta. No bebas whisky todavía. Aguanta...
No hay motivos, ni sistemas, ni reglas de mierda...
Es decir...