Es el viento.
O el sueño agitado.
O no andar el sol.
O las medicinas que anoche dejé.
Pero algo tiene que ser...
Cobró el que me esperaba; tampoco había habido tiempo para nadie más. Callé el último habiendo sido el primero. Y, entre medias tan corridas, apenas hubo nada. Yo a mi sitio y él al suyo. Logré que se diera cuenta de mi deseo de ignorarlo. Y así, de esta manera, pasamos el primer rato: yo picando ajos y él esperando las patatas salvajes que no llegaron.
Apenas había llegado al pimiento verde cuando me reconcomió la conciencia; pero nada dije: lo hice una vez y no he vuelto a hacerlo. Será porque estuvo bien. Y yo no suelo estarlo.
Poco a poco, como el tiempo, empezamos a volver a olvidar; tanto que al irse le dije hasta luego dos veces: así es como el padre sabe que su hijo está pidiéndole perdón. Así estamos. Así estáis. Así está el mundo.
Como una jodida película de Buñuel...
Salí a fumar y vi como todo seguía igual que esta mañana, igual que hace treinta años, cuando llegábamos a septiembre y su colegio, aquellos septiembres grises y fríos, lluviosos, oscuros, de campanas a muerto...Ahora son de otra manera, lucen como mayos, ya no abriles; no sé qué cojones está pasando con ellos. No sé qué coño está pasando. Sólo que pasan.
Fumé. Vi las últimas hojas muertas arrebatadas por el viento, yendo de un lado a otro sobre el suelo pegado al agua, como la última trampa. Miré si una se juntaba con algo, no me acuerdo que era, pero sí que no era otra hoja; estaban como bailando, tan cerca que hubieran podido olerse de haber tenido nariz. Pero no.
Tiré el pito a la pista de baile y entré adentro sin mirar donde había caído.
Comí algo, bebí un poco, pillé un taburete y me puse a hablar con quienes ya creen que no quieren ver, con los últimos de Misoginia, con la sentimental hez de la Red: la cárcel está en tus ojos.
Abrílos un poco después, no para muchos, la tarde estaba como me había levantado.
¿Hay algo que no esté cuando te levantas?
Me serví una copa, y leyendo a unos y viendo a otros fue como si en verdad fuera Kufisto: interesante.
¿Será que no me he afeitado hoy?...
Ahí estaba la gente. Tus amigos de la infancia, ahora tan lejanos como Plutón, tu rollete de la juventud, ahora tan lejano como un satélite de Plutón, tus desconocidos del día, tan estimulantes como el de hoy, tus colegas de ahora, tan fiables como un reloj de los negros, tus recientes clientes, tan vistos como los que estuvieron antes que ellos...Pero también estaba ella, tan ¿es posible?
Y entonces un mierda me pidió una canción de mierda, algo a lo que jamás se hubiera atrevido de no haber estado colocado: yo soy Kufisto, el que tira para atrás.
La busqué, me daba igual, me veía bien...Y entonces, al no encontrarla, les pregunté a ellas, que estaban a la vuelta.
- ¿Me dejas que pase?
- Claro
Y pasó. Y la estuvo buscando muy cerca de mi.
- ¿A ver esta?
La pinché.
- Nnnnno, no es la buena...¡pero bueno!
Y se rió tan bien que la puse.
Era horrorosa.
- Kufisto
- Dime
- Me pones al Barrio
- Claro
Y he puesto al puto Barrio.
Ha llegado mi hermano, he salido yo, ella estaba con el suyo junto al mierda y otro truño, no sé como irá el tema, me da igual...pero parece tan posible como esa isla de Houellebecq...
Ya vestido de sherpa, como me gusta, he visto que me miraba.
- Vaya día, ¿eh?
- Sí...
- ¡Te habrá gustao la sesión de Barrio!
- Jajaja...¡pero a ti no te gusta!
- No mucho
- Jajaja...
- Bueno, me voy...
A mitad del camino he pensado en pillar un litro de cerveza y escribir algo.
Johnnie tenía en casa.
Es el viento.
Y el sueño.
Y la noche.
Y el hielo