Si no hay libro tan malo que no tenga algo bueno, tampoco hay nada tan aburrido que alguien no lo haga interesante.
La tarde estaba tomando el cariz de la mayoría, de hecho era la única que tomaba algo, de lo sólo que estaba, y un tanto cansado de mirar cosas en la Red que, verdaderamente, ni me van ni me vienen, ni me vendrán nunca por muchas horas que pase entre ellas, decidí vérmelas con el crucigrama de El País, el único de los grandes que no te toma por poligonero, o casi, que hay que ver los del Mundo y el ABC, sobretodo este, es como si los crearan para ser resueltos por Leonardo Dantés, en serio, qué cosa más sinsus...
Supongo que el "artista" seguirá instrucciones de arriba, "hazlo fácil, que la gente pueda resolverlo", no recuerdo si traen las soluciones al pie de página, hace tiempo que ni lo intento, seguro que sí...Imagino a su creador como esos cocineros que salían en el programa de Ramsey, el de Pesadilla en la Cocina, el original, esos tipos que habiendo empezado fuerte en su juventud habían acabado viniéndose abajo por las circunstancias que fueran y ahora sólo intentaban sobrevivir haciendo hamburguesas y croquetas congeladas para jóvenes lo suficientemente preparados para ser estúpidos, o bazofia insípida para viejos a quienes ya todo les sabe igual. "Yo...yo...yo no era así..." terminaban confesándose con el masterchef, o su mujer, en el caso que el protagonista todavía conservara algo de estúpido orgullo con la ayuda de las drogas. Entonces Gordon les animaba a recuperar lo perdido, a que volvieran a intentarlo, a no dejarse llevar: "O eso, o cierra...pero así no puedes seguir" Siempre lo lograban. Aunque no durara mucho una vez que se quedaban solos. Igual que los niños, pero ya sin nadie que los excusara.
Digo esto porque los tipos que hacen los crucigramas de aquellos dos panfletos son parecidos a esos cocineros, sólo que ni tienen esa competencia salvaje ni nada ni nadie que les anime a currarse su trabajo. Son como esos agricultores que levantan sus vides para sembrar cosas que no valen más que para llevárselo crudo de Uropa, incluso dejar su tierra baldía, todo vale con tal de hacerse millonario: hasta dejar de usar calzoncillos por no tener qué sostener. El dinero convierte en eunucos a los hombres que siempre vivieron sin él.
No pasa lo mismo con el de El País, MAMBRINO, así firma sus retos, porque así se les puede llamar; resulta rarísimo encontrar algún cajón de sastre en sus trabajos, tan frecuentes, básicos, en los del resto, que hay palabras de las que conozco su significado sólo por mi temprana afición a ellos: el jodido baile de Canarias, el dios del Sol de los egipcios, tal símbolo químico, cual onomatopeya...en fin, ni los churros. Eres más aburrido que el crucigramador del abecé.
Y no es que el de Mambrino sea más grande, nada de eso, que algo sea grande no significa que lo sea complicado, al contrario, eso delata muchas veces la falta de talento, eso es ganar a lo Rocky, ganar por aburrimiento, por hartazgo, ¿y qué hay de bello en ganar al otro a base de aburrirlo? Como esos ajedrecistas que juegan y juegan posiciones absolutamente igualadas sólo por esperar que el rival falle a causa de un descuido producido por el cansancio, como esos juntaletras que escriben páginas y páginas para que su incauto lector crea que algo bueno debe esconder algo tan voluminoso, como esos músicos que necesitan el último instrumento conocido y mil voces en el coro para no lograr lo que Mozart con un compás de sus violines...Pero siempre hay rotos para cualquier descosido: eso es el Capitalismo. Y así está el mundo, que parece Frankenstein.
Lo que diferencia a un artista de cualquiera es que con lo mismo hace algo mejor. No recuerdo ninguna definición, pero tiene algunas que son realmente ingeniosas. No rebuscadas, no tramposas...ingeniosas, humorísticas. "¡Sí, coño, es verdad...jajaja!"
No lo hago todos los días, sólo cuando me acuerdo, cuando no hay nada mejor, como vosotros conmigo, a fin de cuentas son pasatiempos, somos pasatiempos, crucigramas que vamos resolviendo, si eso, ¿qué no lo es?; muchos no los necesitan y viven tan felices, pero nadie nos dijo que hubiera algún premio por solucionarlo, nadie nos dijo que lo intentáramos, nadie nos obligó a responder preguntas que nunca podremos resolver. Eso ha sido cosa nuestra. Y en el caso contrario...¿quien te asegura que está correcto? ¿acaso ha existido quien viera la solución? Mira que el periódico de la vida sólo tiene una edición...Y la de mañana no la veremos con estos ojos.
Hoy no he podido resolverlo, me he dado cuenta enseguida aunque me faltaban no más de cuatro palabras por completar. A veces basta con dejarlo un rato, fumarte un par de cigarrillos, regresas y lo terminas de un tirón, o casi, "¿como no me he dado cuenta antes? jajaja..." Hay que cambiar de perspectiva cuando te encallas con algo, no te lo va a decir quien tan celosamente lo guarda, es mejor mirar a otro lado. Y entonces la hallas en lo menos pensado, sin pensar, viene a ti, te lo dice él, como si te diera las pistas al verse abandonado...Así, perdiendo una batalla, se asegura de que siga la guerra. Y de vez en cuando te gana. Lo importante, lo esencial, es la posibilidad de perder...y seguir jugando.
He ido hacia el ventanal, me he sentado en un taburete y he mirado otra clase de crucigramas: la jovencita que enseña sus bronceadas piernas de camino a la piscina, hablando por el móvil y ocultando sus ojos tras unas grandes gafas de sol, el tipo que circula rápido con su potente coche pero no tanto como para verle la cara y no desear que vaya más despacio, el viejo a lomos de su destartalada furgoneta, exterminación de plagas, lleva el codo apoyado en la ventanilla, viendo su mirada parece increíble que esté conduciendo, la pareja de puretas caminando bajo la sombra del sol de la media tarde, todavía demasiado, pero no tanto como para quedarse en casa, hay que cambiar la perspectiva aunque ya sea casi mejor no encontrar la solución...
No, estos sólo puede resolverlos quien los hizo.
Demasiado complicados.
O eso nos han hecho creer algunos repartidores del periódico.