- "Y a mi me pones un café cortito, muy corto -me ha dicho al mismo tiempo que casi juntaba el pulgar y el índice de su mano izquierda- y lo demás de coñac"
- "No entiendo como puedes tener ganas de beber...¡con la borrachera que llevabas anoche!" le ha dicho el que luego he sabido era su hermano.
- "Tampoco fue para tanto..."
- "Tú que no te acuerdas"
Tendrían treinta y pocos, si acaso, estaban con una chica que tal y como ha terminado el asunto supongo que era su prima o algo así, se notaba que no eran del pueblo, no llegaban a pijos pero andaban cerca; altos, razonablemente fuertes, parecían educados, de buena familia, por esto me ha llamado más la atención el coñac manchado de café: no le pegaba.
Hay bebidas que dicen cosas de según quienes las toman. Y esta es una de ellas.
Otra es el anís, licor que está como los vampiros: no muerto.
Mi primera borrachera fue con Machaquito, seco, la cogí del viejo almacén y me la bebí junto a un amigo, apenas tendríamos catorce años, nos reímos mucho y montamos un buen cirio en la misa de aquella tarde, "¿estáis beodos, Kufisto?", ¿beodos?, todavía me hace gracia. No he vuelto a probar esa bebida, ni siquiera el pacharán, cualquier cosa anisada me causa parecido efecto que cagada ajena. No puedo.
Los dos o tres clientes, por llamarlos de alguna manera, que beben anís en nuestro bar son de lo más borracho y vicioso que ha parido madre, alcohólicos o ex-yonkis, vienen por rachas, hace tiempo que no les veo, tampoco les echo de menos aunque no eran problemáticos ni nada de eso, no...Me costó cogerle el punto al borrachín, estaba reciente lo mío, pero una vez que le di cuerda me reí mucho con él, ya os escribí algo, sí, no me importaría que volviera cualquier día de estos, no...El otro es más chungo, es lo que pasa con los ex, que nunca lo olvidan porque los demás se lo recuerdan sin necesidad de abrir la boca. Quizá si no tuvieran ojos...o estuvieran rotos...
Pero conocí a otro que lo mezclaba con coñac, un sol y sombra, eso sí que es ya del Pleistoceno Superior, y lo mejor de todo es que apenas tenía 25 años, cara de dibujo animado moderno y una novia de la que siempre me hablaba y creo que logré ver una vez, una cualquiera. Hará tres o cuatro años de esto, hace un par que ya no viene, no recuerdo bien si me dejó a deber cinco o seis copas, a veces andaba pillado, bebía como una esponja de las buenas, en cero coma, nos quedábamos alucinados, "¿será posible?...¡SE HA BEBIDO TRES COPAZOS EN CINCO MINUTOS!" Una tarde me contó que su padre había muerto de cirrosis, que eran no sé cuantos hermanos y que al faltar él se fue a la mierda el boyante negocio familiar, no recuerdo cual, se metió en las ambulancias, de esto sí me acuerdo bien, ¡la de chistes que hacíamos!, puede que alguna vez nos oyera detrás de la puerta, quién sabe...En fin, tampoco a este le echo de menos. De hecho, a nadie.
Lo del coñac es todavía peor, puedes estar un mes con una botella, y gracias. Hace treinta, cuarenta, cincuenta años era la bebida nacional, la de los hombres que iban a trabajar, ¡pues no escuché historias cuando era chico de los viejos tiempos en el viejo bar! Tíos bragaos, de esos que trabajaban como mulas y que antes de entrar al tajo se abrochaban tres o cuatro copas de aquellas, de las que llevaban la línea roja para la medida, "para entrar en calor", yo las llegué a ver, pero no creo que pusiera ninguna, sería en el viejo almacén, en aquellas cajas de madera rellenas de paja, sí...joder.
En fin...que le he puesto mitad y mitad. Y me ha sonado a "esto se lo ha visto hacer a su padre"
De reojo y casi sin querer, desde el otro extremo de la barra, junto al ordenador, me he dado cuenta de que estaba sentándole como una patá en los cojones. Estaba que no se encontraba, sé de lo que hablo, se rebullía, no conseguía mantener la atención, como si en cualquier momento fuera a aparecer Jason con su cuchillo, tanto que al final ha salido para no volver hasta media hora después, supongo que habrá ido a potar por ahí, a gusto, que cualquier cosa tiene su compañía, y la mayoría es ninguna.
El extraño caso ha sido que me ha hecho recordar a un subnormal, un chaval que venía con su pobre y vieja madre hará como unos diez años, o más, no controlo bien el tiempo...
Por entonces tendría unos treinta años años, más o menos como yo, era alto a pesar de su andar encorvado, como si llevara una bola de esas de los presos de Mortadelo y Filemón, estaba fuerte, quiero decir que pesaba sus ochenta o noventa kilos, algo que resaltaba todavía más junto a su escuálida madre, una señora con grandes gafas y voz ronca, no paraba de hablarle, sólo cambiaba el tono cuando su hijo se enfadaba más de lo normal, siempre estaba enfadado, entonces su madre le reprochaba su comportamiento, a veces pegaba unos alaridos tremendos, ella no, ella le hablaba un poco más fuerte, no mucho más, y le tocaba, siempre estaba tocándole, poniéndole la pajita en la boca o qué sé yo, no me acuerdo bien, sólo que todos queríamos que se marcharan. Y no me lo dijo nadie.
Un par de veces vi a su padre, parecía gente de dinero, vivían en los pisos de arriba, pero casi siempre eran madre e hijo. Menos un par de veces.
No sé qué fue de ellos, nadie dijo nada cuando desaparecieron, y si alguien lo hizo no me enteré.
Recuerdo una tarde en el viejo bar, yo era un crío, era domingo, estaba atendiendo la terraza, pillando comandas, memorizándolas, mejor dicho, yo entonces era tan bueno como el mejor, el viejo personal acababa de salir de misa de ocho, todo eran zumos, granizados, bitters y mucho porculeo, lo de siempre entre las viejas viudas que salían de misa como quien lo hace del water. Y de repente vi las espaldas de una señorona con su hija del brazo, una chavala con una figura espectacular a pesar de lo recatado del vestido, "¡coño!", fui hacia ella en cuanto se sentaron, olvidándome de "¡¡¡CHIIIICOOO!!!" y demás...
- "Hola...¿qué...vanatomar?" les pregunté casi temblando.
Tenía la cara de una actriz, de cuando esto se decía con un cierto sentido...era guapísima. Que se lo pregunten a mi corazón.
- "Yo, un bitter, ¿y tú, hermosa, qué quieres?"
Y entonces se le descompuso la cara en una sonrisa horrible.
- "Y para ella una fanta de naranja" me dijo mientras la muchacha emitía gruñidos y hacía momios.
Todavía hoy no me explico como fui capaz de soportarlo.
Cuando ha regresado el del café lo ha hecho en compañía de una pareja, "aquarius de limón, por favor", quizá hayan venido por separado, no lo sé, yo ya andaba con mi historia, se fue con su hermano poco después, supongo que a la ciudad, y allí me he quedado, oyendo su borrachera de ayer, sus risas, sus "¿no te acuerdas?", todo eso...
He salido a fumar un cigarrillo, había una pareja sentada, una chica de carácter que exuda inteligencia, poquita cosa, mona y tal, pero se la ve que tendrá lo que se proponga.
Y mirando a cualquier otro sitio me he preguntado como estaré dentro de diez años.
O de veinticinco.