Estuvieron a punto de comprarme un telescopio, aunque puede que no llegara a pedirlo; es raro que no lo hicieran, ¿o lo hicieron?, no sé, creo que me acordaría de eso...Pero la infancia ya está tan lejos que necesitaría un telememoria o algo así.
A mi me gustaban las estrellas, las galaxias, el Universo y todo lo demás, aquellos números tan grandes, "un uno seguido de..." Yo leía y miraba bien miradas las fotografías, ¿o recreaciones?, qué más da. Era estupendo.
Nací un 22 de julio, pero en mi DNI pone 23, no sé porqué; alguna vez lo pregunté y no recuerdo la respuesta, supongo que sería vaga, vagísima. Y qué más da, sólo es un día, tampoco será tan anormal, "tú naciste el 22, a las ocho de la tarde. Te costó salir, fuiste el primero. Estuviste a punto de morir, las monjitas te bajaron a la capilla para bautizarte. Pero te rehiciste en la madrugada...y aquí estás"
La Historia la escriben los que van ganando. Y los registros, los que van registrando. Pero la verdad de las dos sólo la saben los tuyos, esos para quienes eres realmente importante. Y poco a poco, cuando es pertinente, te la van contando.
Un día puede que no sea gran cosa cuando nos medimos por años, pero tú no puedes estar seguro de nada que contenga un margen de error, por pequeño que sea. Imagina que vas a lanzar un cohete a Júpiter, en dirección al Monolito, y vas y calculas la trayectoria (o lo que sea que tengas que calcular) como si dejaras la olla exprés en acción mientras bajas a por el pan. Tienes tiempo de sobra, pero puede que olvides las llaves, o que te encuentres con alguien que haga que te olvides de la comida, y por una cosa o por otra puede que vuelvas tarde y por lo tanto mal, y entonces te encuentras la cocina hecha cisco, "jodeeeerrrr..." Tampoco pasaría nada...mientras no fuera la cena de Nochebuena.
Teóricamente soy Cáncer del último día, o al menos así me tuve durante un montón de años. Y no porque fuera un adepto a todo ese rollo de los horóscopos y tal, qué va, pero uno va siendo de cosas conforme va creciendo, aunque no te interesen demasiado, peor es no serlo de nada, entonces sí que estás jodido, liquidado...Como ahora, más o menos.
Esas, las preguntas horoscoperas, eran propias de las chicas, supongo que seguirán siéndolo. Hay algo de femenino en eso de buscarle las vueltas a las cosas, de visión de cerradura, de buscar una parte que cambie el todo. Esto no significa que sea algo exclusivo de las mujeres, y no lo digo por quedar bien, hay hombres que no son homosexuales y también gustan del tema, aunque creo que eso es un indicio de "latencia", si es que existe tal palabro. "Los hombres piensan, las mujeres traman" leí el otro día.
Una de estas, hace muchos años, una gordita que estaba chiflada con todas esas cosas, me preguntó por mi signo un rato antes de llevármela al R7:
- Cáncer
- ¡Lo sabía...lo sabía! ¿de qué día?
- Del último, del 22
- ¿22? ¡pero si acaba el 21!
- ¿Pues no era el 22? -yo recordaba haberlo visto así de pequeño
- ¡No, no! ¡es el 21! ¡el 22 es Leo!...Pero no, tú eres Cáncer, nacerías en la madrugada, todo lo más...
Me corté de decirle que así fue mi resurrección, pero en el 23. Y qué más daba. Además que todas me han dicho que soy Cáncer. Y alguna hubo que terminó creyéndome uno.
Y no es que yo piense que las estrellas estén ahí de adorno, no, ¡qué va!, estoy seguro que pintan en nosotros algo más que nosotros en ellas, que no salimos del ¡oh, qué bonitas! o del pesado uno seguido de un trillón de ceros. Pero como no puedo saberlo, al igual que nadie vivo, no me preocupo. Y es que si soy de los que creen que la misma Meteorología, tan caótica pero menos, es indispensable para explicar la Historia, el Devenir, e incluso el Porvenir de la Humanidad...¿como una alma tan ajedrecística como la mía no va a tener en cuenta un orden tan matemático como el del firmamento? Y a propósito de esto recuerda una anécdota que cuentan sobre Smyslov, aquel grandioso jugador soviético: una vez le preguntaron el motivo por el que las mujeres jugaban peor al ajedrez que los hombres, y el respondió que porque eran incapaces de estar calladas durante seis horas, algo muy machista y tal...Aunque yo creo que es más por la naturaleza del juego: todo está a la vista. Mirad como sí las hay en el poker.
Pero una cosa es estar convencido de su influencia sobre nosotros...y otra creer en cualquiera que diga entenderlas. A las estrellas, que luego me regañan. Bueno, a las dos.
Pongamos que soy Cáncer, que es por lo que me tengo y por lo que me han esquematizado...Pues bien, conozco a gente nacida en sus días que es como mi noche; "una carta astral es más que eso -dirán- Se necesita la hora exacta, hasta el minuto, y el lugar exacto. Cualquier variación de un cuarto de grado, siquiera una décima, y todo se va al garete. Además que..." Lo que sea. Lo que pidan. Siempre he desconfiado de quien pide demasiado.
Lo que sé, lo que certifico, es que hay gente que nace con estrella y gente que nace estrellada.
Entra uno al bar, uno que conozco de toda la vida, la misma en la que todavía está por darle un palo al agua. Está casado con una mujer encantadora que le mantiene, han sido padres hace poco, suelo verlo por las mañanas paseando a su retoño, muy digno y orgulloso, muy metido en su papel...Luego, en el bar, con sus amigos, cambia la careta y no se le cae la sonrisa, bastante sardónica para un buen observador, cosa que me la sopla, incluso me llevo bien con él, yo ya estoy fuera de todos esos juegos desde hace mucho tiempo.
- Kufisto, un café, por favor -es muy educado mientras no hables mal del Real Madrid o de los socialistas, sus dos pasiones. Por mi, aunque lo fuera de Kasparov y las Femen.
Voy hacia la cafetera, hago la carga y le doy caña, cojo el platillo y la cucharilla, echo mano del azúcar y...es el último sobre. Justo el último. Será el próximo quien me obligue a coger la escalera para echarle mano a la caja del altillo. Y el siguiente es, invariablemente...un desgraciado. Tan verdad como lo que voy a contaros a continuación.
Esta tarde, justo al final de la que hubiera debido de ser dentro de un mes y pico ("nos han robado un mes por la cara" precisamente le he dicho al vividor esta tarde. Hoy había azúcar de sobra) ha llegado un chaval que viene de vez en cuando y siempre por la misma razón, cosas de la mala salud de su madre. Es un poco más joven que yo, pero parece más viejo, y a mi siempre me han echado más años de los que he ido teniendo; también es un colega, un camarero, me lo contó la única vez que hemos hablado, allá por la tercera o cuarta, lo demás no ha pasado de lo típico, qué más da, y además entre nosotros...Se le ve buena persona, un tanto apocado, parece cansado, mucho, pero no a lo fariseo, bastante tendrá que aguantar de cara al público y a la que le parió, como para hacerlo cuando va a tomarse una puta caña. Coño.
- ¿Quieres un pincho?
- No...gracias
Al rato, después de un tímido comentario a uno de mis hermanos que me ha hecho ver que también es del Barcelona, me ha dado un billete de veinte para que le cobrara.
Voy a la caja y no hay pequeños. Voy a los del cambio y tampoco. Me echo mano al bolsillo, ya con la media sonrisa. Tengo. Pero no hay monedas de euro entre aquellos billetes, es una bolsa de las pequeñas, "jodeeeerrr..." Voy al cajón de de debajo de la caja, ahí guardo una que está entera, "oye -me dice tímidamente viendo las vueltas que estoy dando- si quieres te lo doy con monedas, pero es que necesitaba cambio para tabaco...", "no te preocupes...ya está" le respondo de espaldas sonriendo abiertamente mientras intento deshacer el nudo de la bolsa sin romperla.
Y al final he tenido que meterle la uña.